Maria Antonia Segarra... Ella

Y es la humedad que me hace fragmentar...




Y es la humedad que me hace fragmentar como una noche de invierno,
Con sus matices de oscuridad y de prejuicio,
Como un camino muy transitado que se parte
Y se cansa de ser pisado,
Que pertenezco a muchas partes,
De ojos, de nariz, de oídos, de libertades y prisiones
De abundancia y mucha sed,
Me veo y me desconozco como alguien de otro tiempo y otra edad,
Un tiempo desconocido de cualquier época.
Siempre me asaltan los pedazos uniformes,
Gestionados a la misma parte y es la confusión:
¿Cuál escoger para el hueco?

Tengo miedo

y es un silencio asombroso…

Es cualquier cosa caminando y respirando...


Es cualquier cosa caminando y respirando.  A veces pienso en la nada, en el mar, mar de cualquier cosa, no de agua, ni es sal, nada que tenga inmensidad, pero que te hunde y desaparece como la luz fugaz, el pútrido lenguaje y su ausencia con su paciencia te mata, argumenta sin tu lengua y sin tu brevedad, con un movimiento falso y el ademán, el ímpetu detenido en la entrada, justo en la oscuridad donde no hay ni una sola grieta de luz, pero cumplo con las novicias, hago las penitencias según el libro de la mesa de noche, puedo esperar la muerte corriente, pero tengo miedo, el anonimato que adolece y se fractura bajo el manto de cualquier especie de nombre o altercado...

Es cuando me supe...



Es cuando me supe
con el madero en el costado y bajo la sal del recuerdo
lo entendí
No sería nadie
jamás de ningún modo, no hubiese podido encontrarme
en los dias menos ensobrados
en la insípida caminata diaria argumentando algo que se me parezca
no podría sin ellos
sin el azote directo que me recordara la del espejo
la niña en su penumbra, donde me nutro como algo luctuoso

Es cuando lo entendí
que se desprende de su centro
y toda la epidemia de las dudas
absorta como una parálisis
una dosis hambrienta
de cerciorarme
y aumente la lúgubre ignominia
de mi tristeza.
como los celajes deformados de la casa
azuzados bajo los balcones
colgantes de las pendientes del mirador,
son el tremor pasivo del sufrimiento,
lo que fuera de mi
de mi carne y mis presagios
adquiero como irremediable